01 febrero 2012

¿Un pez que se muerde la cola?

escrito en 2007
(La idea surge de un hecho real, pero no lo sigue a rajatabla.)

Esta historia empieza como todas las otras: un chico, una chica, los amigos y los compañeros, una relación especial y un rumor. Pero no todas las historias son iguales, ¿no?

¿Se conocieron por casualidad?No, era obvio que se conocerían. Tenían amigos en común y iban a la misma clase, ¿qué más querían a favor? Entablaron conversación cara a cara, mirada con mirada. La primera impresión fue realmente buena.
La mirada de ese chico hizo temblar la columna de estabilidad de ella, y la curiosidad la invadió, tenían que seguir hablando, tenía que saber más de él.
Con cada mirada saltaban chispas, era un desafío más, un juego del más fuerte. Finalmente los dos cesaron y dejaron conocer 
al otro un poco más. Las miradas que antes encendían el ambiente ahora eran cómplices de dos almas que habían encontrado su otro igual.
A partir de entonces empezó a surgir lo que tenía que surgir, una amistad especial, tan fuerte como un metal forjado a otro metal. Dos metales fríos, de igual envergadura. 
Pronto, sus vidas se vieron envueltas en un aura de misterio y sensaciones. Todo iba perfecto, el sentimiento aumentaba, cada segundo que pasaba sabían algo más el uno del otro y rápidamente hallaron la felicidad que tanto necesitaban. Las sonrisas envolvían sus días, los rumores de la clase no hacían cesar la necesidad de estar juntos. No importaban las opiniones ajenas, al fin y al cabo, solo ellos conocían la verdad. Su amistad sería eterna, ya eran como hermanos y no iban a dejar que eso se perdiera.
Con el tiempo los rumores desaparecieron. La gente se había acostumbrado a esa curiosa relación y su amistad, de cara a los demás, estaba en un punto del que no se movía, pero por dentro todo empezaba a cambiar. Ella empezaba a tener un gran secreto: su corazón no latía igual al verle y todo cambiaba por segundos por mucho que lo quisiera evitar. 
Todo se complicaba cada día más y se hacía difícil de soportar, hasta que al fin, paso. A él le empezó a gustar otra chica.
¡Aleluya! ¡Algo bueno! Ahora podría olvidarse de él para seguir siendo “hermanos”.

Después de un gran esfuerzo y de que él dejara aquella chica su amistad se soldó más intensamente. Juntos ya no eran metales forjados, si no puro metal fundido, cerca de convertirse en uno solo.
Cada experiencia era más mágica, más inigualable, más maravillosa y él sin apenas percatarse se transformo en su sombra. Todo parecía sacado de un cuento de hadas, realmente parecía que ella fuera suya. Pero para cuando quiso darse cuenta, ya era tarde… Ella solo le pertenecía como amiga, como hermana. La única oportunidad que tuvo no la vio por el juego de un capricho, y ahora había puesto el pie más allá de un sentimiento que no fuera amistad.
Ahora los dos guardaban un secreto. Ella, haberlo sentido, él, sentirlo.

Con tiempo él la fue olvidando y se fijo en otra chica. Paralelamente ella había conocido un chico. Y de aquellos metales ardientes, fundidos entre sí ¿qué había quedado? Una vez más la respuesta solo la conocían ellos, y no tardaron en encontrarla.

Ahora ella se alejaba de él, había encontrado su chico, nuevos amigos, nuevas risas,... y aun que no abandonaba las suyas estaba realmente a gusto con los nuevos bien venidos a su vida.
Una rabia y unos celos emergieron desde lo más profundo de el corazón de él. ¿Qué acaso no era suya? La había tenido todo este tiempo a su lado, ¿a donde iba ahora? Ya estaba, ahora sí, todo había terminado, la había perdido... La confusión le invadió y desesperó. Pero para su sorpresa ella acudió como siempre había hecho, surgió de entre las sombras para traerle su calor, e inconsciente de la verdad, le animo a intentarlo con aquella otra chica.


Por fin quedo resuelto. Cada uno con su pareja. Él con una magnifica chica, que ya sería otra historia y ella con su estupendo chico, pero mientras tanto, compartiendo piso con su amigo y hermano, con el que para siempre compartió un sentimiento para pocos comprendido y para muchos desconocido, pero para ellos, único en el mundo. 
Su amistad había quedado fundida para la eternidad en un solo metal, guardado en dos puros corazones, que compartieron sentimiento y secreto, sin ni tan solo saberlo.


rbk

2 comentarios:

Asfare dijo...

Esta entrada me descuartiza el alma, quizás sea como tantas otras cosas que se escriben, pero debe ser que pone voz a pensamientos propios o solamente que soy más empático de lo que creía. Pero es una confirmación de mis temores.

El amor es una enfermedad venenosa y ácida que nos consume por dentro y nos evita ser quien realmente somos.

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Rebeka, rbk dijo...

Que el amor tiene momentos ácidos, lo comparto, pero no comparto el resto, mas bien creo que nos hace descubrir esa parte de nosotros mismos que desconocemos, pero que sigue siendo uno mismo.

Merci por el coment! Siempre son bien recibidos! ^^

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